El abandono de muchos equipos de fútbol

Real Madrid, Atlético, Getafe y Leganés, en la Liga de las Estrellas; Rayo Vallecano, Alcorcón y Fuenlabrada, en Segunda división. Fútbol siete estrellas en la Comunidad de Madrid, la más representada en categorías profesionales pero una Región que también sufre la desaparición de este deporte en muchos de sus municipios más pequeños, especialmente en la Sierra Norte. La despoblación tampoco perdona aquí y oír celebrar un gol resulta ya imposible en sesenta localidades madrileñas. Donde antes se escuchaban gritos de ánimo ahora retumba el silencio interrumpido por el trino de algún pájaro. Hierbas y maleza ocultan los terrenos de juego de modestos estadios que no hace muchos años eran un lugar de peregrinaje para vecinos que, cada semana, esperaban ilusionados la llegada del domingo para poder empujar al equipo de su pueblo. La imparable emigración a las grandes ciudades calca la imagen de campos abandonados en la mayoría de las provincias, es la España vaciada de fútbol.

Paco Díez, presidente de la RFFM

«La gente se piensa que el fútbol es Madrid, Atlético, Rayo o los otros equipos profesionales que tenemos en la Comunidad, pero el resto de los pueblos también tienen derecho a que en ellos se jueguen partidos. El deporte, no solo el fútbol, es una manera de educar y las instituciones y federaciones debemos tener la sensibilidad de facilitar que llegue a todos los rincones y pueblos de nuestra Región», explica a a este periódico Paco Díez, presidente de la Federación Madrileña de Fútbol (RFFM). Profesor durante más de 41 años, la gran preocupación del dirigente es que los niños que viven en localidades con poca población tengan la misma oportunidad de soñar con el balón como aquellos que residen en grandes urbes. La realidad, sin embargo, es  otra. Mantener con vida a un club, al menos al conjunto senior, no resulta empresa sencilla y, según los datos facilitados por la RFFM a ABC, 61 de los 179 municipios de la Comunidad de Madrid no tienen equipo federado esta temporada. El número de pueblos en los que deja de haber fútbol va en aumento, una tendencia que se extiende por toda España. Según el último estudio del Instituto nacional de Estadística, más de 2.600 localidades están ya totalmente abandonadas. (Abarán, primer pueblo de menos de 10.000 habitantes que jugó en Segunda división).

En la campaña 2017-18, según publicó la web Albero y Mikasa, el 55 por ciento de las localidades de Jaén no disfrutaron de equipo en categoría senior. Municipios muchos de ellos habitados por apenas medio millar de personas, el deseo de juntar un grupo de chavales para salir a competir resultó una quimera en esa provincia de Andalucía. Por fortuna, no siempre es así y el CD Robles aragonés es el ejemplo.

En Tercera división con 600 habitantes

«Mantener el equipo resulta un auténtico milagro. Te tiene que gustar esto del fútbol y querer mucho a tu pueblo para no arrojar la toalla, en ocasiones la idea se pasa por la cabeza», explican a ABC desde el CD Robres, club de Tercera división que representa a una población cuyo censo no llega a 600 habitantes. Este conjunto oscense es el equipo del municipio español con menor población que pelea en el fútbol de categoría nacional (de Primera a Tercera división). A mitad de camino entre Huesca y Zaragoza, aquí la despoblación también se ha convertido en una amenaza imparable, pero los partidos de los domingos no se han enterrado gracias a la entrega, el trabajo y el esfuerzo económico de su directiva. En otros lugares de España no han tenido tanta suerte. Porterías oxidadas, banquillos destartalados y vestuarios destrozados son el único recuerdo de viejos campos de fútbol por los que corrió el balón. Hierbas y ramajos ocultan ahora ese pasado. «Visitar un campo de fútbol abandonado es un viaje a nuestra imaginación, a nuestros recuerdos. Al fútbol ya olvidado de antaño al que íbamos de la mano de nuestro abuelo andando a cobijarnos bajo la cubierta de general de la lluvia que caía en una tarde desapacible de otoño. La maleza y el óxido esconden goles, gritos, abrazos y ascensos en el mes de junio. Abandonar un campo es devolverlo a su verdadero dueño: la naturaleza, reclamando lo que algún día fue suyo y ese bello deporte llamado fútbol le robó para dibujar sobre unas líneas de cal filigranas y goles», asegura poéticamente a este periódico @eibarsestaoX, una de las cuentas de referencia de los aficionados fútbol modesto español.

El antiguo campo del CD Gestalgar, en Valencia, sirve ahora de aparcamiento – Álvaro Jover

El fútbol en los pequeños pueblos también resulta una aventura incierta porque salir a competir supone un gasto económico elevado y la apuesta no siempre atrae a patrocinadores. Por eso, el CD Robres ha recurrido a la fórmula que utilizan también otros conjuntos. La pasada temporada firmó un acuerdo de filialidad con el Ebro, conjunto de Segunda división B, que ha permitido la llegada de futbolistas jóvenes, aunque en los equipos de poblaciones tan pequeñas se suele jugar principalmente por lazos familiares y de amistad. «Es complicado encontrar patrocinadores porque la difusión de la marca no tiene el mismo alcance que en los grandes municipios. Nuestra principal fuente de ingresos son las ayudas de la RFEF. Cuesta mucho salir adelante, pero gracias a la ilusión de los directivos y a la gente del pueblo todo se hace un poco más llevadero», aseguran a ABC desde el Anguiano riojano, otro club de Tercera división. Evidentemente, aquí lo jugadores no cobran y el único lujo que se permite la directiva, solo de vez en cuando, es abonar la cuenta cuando la plantilla se reúne para compartir mesa y mantel en el bar del pueblo. (Así sobreviven los pueblos más pequeños del fútbol español)

«Las instituciones municipales, autonómicas y las federaciones debemos tener la sensibilidad para conseguir que todos los pueblos de España tengan derecho a disfrutar del fútbol o de otro deporte», afirma Paco Díez, que incluso habla de la posibilidad de un cambio normativo «para que los municipios con escasa población puedan tener equipos en categorías formativas, no hablo del senior». En este sentido, el presidente de la RFFM propone que, en pueblos con menos de un determinado número de habitantes, los clubes puedan inscribir a jugadores de diferentes edades. «Es decir, si un club no puede formar el juvenil por falta de chicos, ofrecer la posibilidad de que cuatro o seis chavales en edad cadete puedan completar el equipo».

Campañas de captación

La solución no es fácil. En poblaciones de cien o doscientos habitantes no es cuestión de edad, el problema es que no quedan niños. La pasada temporada, 43 de los 81 municipios de la provincia de Huelva no pudieron disfrutar del fútbol tanto a nivel amateur como en categorías de formación, en muchos casos también por factores económicos. «Cuando nos encontramos con niños o niñas que no disponen de la posibilidad de jugar en sus propios municipios, lógicamente las opciones pasan por incorporarse a alguna escuela o club de un municipio cercano, con la consecuente alteración de horarios y desplazamientos para la familia y para el propio niño. En estos casos se hace necesaria una reestructuración de los hábitos, horas de estudio y descanso para evitar que influya negativamente en el rendimiento escolar», aconseja a este periódico Juan Pedro Nonay, reputado psicólogo deportivo que ha colaborado en varios clubes formativos madrileños y que ahora trabaja con la selección española absoluta de fútbol americano. Para promover el balón siga botando en cada rincón de la Comunidad de Madrid, la Federación que preside Paco Díez tiene la intención de llevar a cabo campañas de captación de jugadores que ya ha comenzado por el fútbol femenino.

Unas botas en el abandonado estadio de Santa Isabel, en Ramirás (Orense). – D. G. @eibarsestaoX

Nonay destaca la importancia que tiene para los niños poder practicar deporte en equipo: «La práctica del fútbol de manera organizada dentro de la estructura de un club supone una poderosísima herramienta educativa para los niños en desarrollo, al aportarles una vivencia en primera persona que permite asentar de manera significativa valores como la cooperación, la solidaridad con los compañeros, el trabajo en equipo o incluso facilitar el desarrollo de otros como los relacionados con la salud o la higiene».

Brotes verdes

En el caso de las poblaciones pequeñas, este psicólogo deportivo también destaca otro factor positivo del fútbol para los niños. «Permite que tengan una mayor relación e identificación con los elementos de la cultura local, en este caso con los elementos deportivos de la historia de su municipio. No es inhabitual que algunos padres, tíos o incluso abuelos hayan pasado previamente por esos equipos, lo que conlleva un vínculo muy especial con el club a nivel sentimental», explica.

Pero en el otro fútbol no todo son desapariciones y también existen brotes verdes esperanzadores. Esta temporada, el CD Estrella, conjunto de la localidad onubense de Chucena (2.200 habitantes), ha regresado a la competición federada, en la que no participaba desde el año 1996. Pero no solo en pequeñas poblaciones se recupera el fútbol, también en capitales como Madrid. El inicio de esta campaña también ha generado una excelente noticia para los hinchas más nostálgicos. La histórica Agrupación Deportiva Ferroviaria, uno de los primeros clubes que se inscribieron hace justo cien años en la competición de la Federación madrileña, ha vuelto a latir tras doce temporadas de letargo.

 

FUENTE ABC

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